martes, 8 de marzo de 2011

LA EDUCACIÓN BOLIVARIANA


La educación bolivariana tiene como centro al hombre como ser social, capaz de responder y participar activamente en la transformación de la sociedad en que vive. Considerando lo antes expuesto, convendría preguntarse ¿Cuál es el propósito fundamental de la Educación Bolivariana? 
El propósito fundamental de la educación bolivariana es la formación y consolidación de aptitudes, actitudes y valores para el amor, la paz, respeto a la patria, para la libertad, la independencia, la solidaridad, el bien común y la convivencia; de manera que se asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia y a la igualdad social, sin discriminaciones de raza, sexo, credo, condición social o aquellas que tengan por objeto anulas o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad de los derechos y libertades de toda persona tal como lo establece la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En este sentido, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en el artículo 3 enfatiza que la educación, constituye un proceso fundamental para la construcción de la sociedad y el bienestar del pueblo. De igual forma, lo establecen los artículos 102 y 103, el primero plantea la educación como un derecho humano y un deber fundamental, el segundo contempla que toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente en igualdad de condiciones y oportunidades para que las personas puedan vivir en una sociedad más equitativa donde impere la paz y el respeto.
El Sistema Educativo es una institución social que surge históricamente para cumplir una serie de funciones entre las que destaca la tarea de socializar a los individuos, es decir, formar a los hombres y mujeres que las sociedades necesitan para funcionar, desarrollando los rasgos de personalidad, valores, actitudes y comportamientos básicos requeridos para la interacción social. En la actualidad se ha enfatizado la importancia de la institución escolar como agente de socialización al favorecer la reproducción de los valores y actitudes dominantes de las sociedades.
Sin embargo, el Sistema Educativo es una realidad compleja por encontrarse inmerso dentro de la sociedad, por ello, está estrechamente vinculado a los ámbitos político y económico, entre otros. De allí, que para comprender la naturaleza de la experiencia escolar y poder gestionarla eficientemente es indispensable partir de un análisis complejo de la estructura social y de los intereses y conflictos que la constituyen. Además, históricamente, la escuela ha sido lugar de conflicto, de búsqueda y construcción de alternativas. Por ello, la educación debe ser analizada desde una perspectiva diferente, asumiendo que ésta puede contribuir con la formación de ciudadanos capaces de modificar las relaciones sociales existentes, es decir, es posible plantearse una opción de cambio en la escuela. Desde esta mirada, la paz debe considerarse como una opción alcanzable dentro de la escuela.
Para Fernández (1997) es necesario promover experiencias que hagan crecer en los sujetos, y así en la sociedad, el campo de los derechos de la persona. Ello implica un currículo radical y una confianza incondicional en las personas. Este es uno de los objetivos de la Educación para la Paz.
La cultura escolar es el ámbito donde se puede viabilizar una cultura de paz a través del tipo de relaciones interpersonales que se establecen entre docente alumno, entre los niños y sus compañeros, entre las relaciones jerárquicas del personal de la institución, y por supuesto, en la relación que la institución establece con los padres de familia. De esta forma, la cultura escolar es concebida como una red compleja de interacciones donde se puede estar construyendo o no una cultura de paz.
Fernández (1997) define la cultura escolar como el conjunto de valores morales, conocimientos, hábitos, actitudes, comportamientos personales, relaciones sociales, etc., que son específicos suyos y como la naturaleza propia de la institución. (p. 34).
Si se concibe la función de la escuela como meramente reproductora, esta cultura escolar es incuestionable por responder a los ideales de la sociedad. Representa la cultura social legítima. Por el contrario, si se concibe a la escuela como promotora de cambios sociales, es a través de ella que se hace posible la promoción de una nueva cultura, la cultura de paz.
Una cultura escolar promotora de paz desarrolla una actitud de respeto mutuo, en la igualdad valórica de las personas, en la tolerancia y el amor mutuo, determinantes en la resolución pacífica de conflictos, así como en la promoción y desarrollo de un pensamiento autónomo.
Desde esta concepción, la cultura de paz aparece como una opción interesante al intentar describir, a partir de los elementos propios de la cultura escolar, la forma como la educación pudiera estar contribuyendo o no a la conformación de alumnos críticos, autónomos y solidarios, capaces de superar el vacío moral dominante, y que valoren su compromiso para la construcción de sociedades mas justas y más humanas.
Además, por ser el currículo el medio a través del cual se concreta la escolarización, es importante estudiar cómo la violencia estructural está inmersa o no dentro de éste.
No obstante, la construcción de una cultura de la paz es un proceso lento y complejo. En este sentido, la educación juega un papel fundamental al contribuir en la formación de valores de los futuros ciudadanos, sin embargo, esto no es suficiente; es indispensable que la sociedad, desde los diferentes ámbitos implicados apoye proyectos y programas dirigidos al fomento de la paz, generando, de esta forma, un proceso de reflexión sobre cómo se puede incidir en la construcción de la cultura de la paz, desde la política, los medios de comunicación, desde la familia, las empresas, desde las organizaciones no gubernamentales, desde la economía, etc. Se trata de integrar una conciencia colectiva sobre la necesidad de una cultura de la paz. Además, sería adecuado conocer en qué dirección se debe cambiar, qué modelos de hombres se deben construir para acercarse a una cultura de paz.
En síntesis, la educación para la paz exige la comprensión de la complejidad. Al mismo tiempo, las actitudes que la promueven (respeto, diálogo, tolerancia) son las que permiten una acción profunda de la complejidad a partir de la cual pueden generarse actitudes en pro de la humanidad.
Es por ello, que el Sistema Educativo Bolivariano ha diseñado planes, políticas, programas y proyectos dirigidos a garantizar la inclusión, permanencia, prosecución, culminación y aumento de todas y todos los venezolanos en el Sistema, lo cual ha implicado transitar hacia una educación emancipadora, pacífica y dignificante enmarcada en los principios constitucionales. En este contexto, surgen a nivel nacional los proyectos educativos bandera (Simoncito, Escuelas Bolivarianas, Liceos Bolivarianos, Escuelas Técnicas Robinsonianas y Zamoranas, y también las Misiones), como medio para garantizar la protección y la inclusión de los grupos sociales que habían quedado excluidos de los beneficios educativos.
En fin, el Diseño Curricular del Sistema educativo Bolivariano, en una perspectiva  humanista social, está orientado hacia el desarrollo humano y la formación de ciudadanos para la libertad, consciente de sí mismo, de su compromiso histórico y social con su patria al igual que valora la importancia de vivir en una sociedad más justa, libre y pacifica. 

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